A MI AMIGO ANTONIO
Sirvan estas líneas para expresar el dolor que me siento por la pérdida de mi amigo Antonio.
Son muchas las disputas y enfrentamientos que el juego y la política nos han deparado, pero de lo único que quiero acordarme es de los momentos tan absolutamente irrepetibles que he pasado jugando al ajedrez contigo. Con tus ocurrencias me he reído tanto que hasta he llorado y puedo decir que en esos instantes he sido feliz.
A veces nos enfadábamos, pero el enfado nos duraba un instante, justo el tiempo que tardábamos en vernos de nuevo. Entre nosotros no hemos conocido el rencor y hemos hablado tanto y de tantas cosas que nos conocíamos perfectamente.
No voy a decir que eras un Santo ahora que ya no estas, todos tenemos nuestras virtudes y defectos, y aunque no eras una persona religiosa, más bien lo contrario, si puedo decir porque lo he visto, que eras una persona buena. Que has ayudado dando comida de tu tienda a personas que tenían hambre, y no te he visto solo una vez sino varias. Por eso le pido a Dios que tenga en cuenta estos hechos y pueda perdonarte. Yo rezaré para que esto pueda ocurrir.
He leído unas líneas de Juan donde entre otras bonitas cosas decía que ahora te encontrarías con Zamudio y jugaríais al Ajedrez. Nosotros desde aquí no lo podremos ver, pero seguro que lo podremos oír, basta con escuchar los truenos que ese enfrentamiento deparara. Permíteme, antes de terminar, ésta pequeña broma, que conociéndote, estoy seguro que te hará reír.
Sé que con un bar con una pantalla donde poder ver al Sevilla, un juego de ajedrez, otro de dominó y alguien a quien chillarle, ya serás feliz. Que Dios acoja tu alma. Yo te recordaré siempre. Amigo Antonio.
Francisco Lobato Arenas